Te veo aparecer por entre mis pensamientos,
como el sol entre las tinieblas más obscuras.
Te llamó con mi canto, cierro mis ojos y te abraso.
Amor, me envenene de tu belleza
y he de morir con tu sabor en mis labios,
que no temo a otra muerte,
que no sea tu olvido,
que no temo a otra tumba,
que no sea tu lejanía.
Y no hay cuchillo más filoso,
que este adios y el saber que me querias.
Más tu sonrrisa se alza en mi recuerdo,
como bandera blanca a la esperanza
y por aquella bandera mi corazon se condena a la vida.
Nada me sabe a justicia
entre estas calles grices del alma humana,
nada en absoluto me quita el luto
de haberte perdido.
Isk.-
(en bruto)
como el sol entre las tinieblas más obscuras.
Te llamó con mi canto, cierro mis ojos y te abraso.
Amor, me envenene de tu belleza
y he de morir con tu sabor en mis labios,
que no temo a otra muerte,
que no sea tu olvido,
que no temo a otra tumba,
que no sea tu lejanía.
Y no hay cuchillo más filoso,
que este adios y el saber que me querias.
Más tu sonrrisa se alza en mi recuerdo,
como bandera blanca a la esperanza
y por aquella bandera mi corazon se condena a la vida.
Nada me sabe a justicia
entre estas calles grices del alma humana,
nada en absoluto me quita el luto
de haberte perdido.
Isk.-
(en bruto)