jueves, 18 de septiembre de 2008

Yo una hoja y tú una flor.

















No había que mirarle los ojos para saber que moría,
ni tampoco era necesario estar en su corazón,
para darse cuenta que ya no quería latir.

Las almendras me saben a penas hoy,
y el aire me sabe a alambre.

Te fuiste sin despedirte,
como se va la primavera;
te fuiste a tu cielo azul,
y me dejaste en esta nube negra de tu ausencia

Amarrenme miestras canto y lloro,
que esta pena será mi condena.

Las lágrimas que lloraste amor,
en la tierra quedan en cadenas;
Y tus manos que acariciaron mi alma,
hoy pintan estrellas en el cielo de Dios.

Y los bosques Amor...
los bosques en que soñamos ser...
Yo una hoja y tú una flor,
serán mañana la casa gigante
de otro soñador y su inmortal Amor.

Isk.-